domingo, 19 de octubre de 2025

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie griego

San Juan Bautista. Bartolomé Bermejo.

Diego Angulo fue el primero que atribuyó esta tabla de San Juan Bautista a Bartolomé Bermejo en un artículo en el ABC de Sevilla en 1956, el mismo año en que el propio Angulo la donó al museo en memoria de su hermano Juan Luis tras haberla adquirido a un comerciante toledano.

En el Inventario de pinturas del museo de Bellas Artes de Sevilla, publicado en 1990 por Rocío Izquierdo y Valme Muñoz ya aparece como obra de Bartolomé Bermejo.

No todos los especialistas aceptaron su atribución. Hernández Díaz en el Catálogo del Museo de 1967 (p. 30) consideró la tabla de un anónimo castellano de principios del XVI. Young en 1975 (p. 143) la consideró como obra de taller, sin tener en cuenta que la superficie de la pintura estaba algo gastada, particularmente en el fondo de la túnica del Bautista, como muy bien indicó Judith Berg Sobré en 1997, (pp. 238-239).

Posiblemente se realizó en Valencia, pues así lo sugieren la iconografía y las características de su estilo, fuertemente influido por los modelos flamencos, ya que el pintor incluso utilizó el roble para el soporte, igual que se hacía en Flandes. A lo anterior se suma también el hecho de que muestra el nimbo característico de las obras valencianas de Bermejo.

Se ignoran el lugar y las circunstancias para las que se hizo y no existen datos objetivos para poder precisar si se llevó a término durante la primera estancia en Valencia, antes de 1474 en que se documenta Bermejo en Daroca (Zaragoza), o a lo largo de la segunda, entre 1481 y 1485, cuando el pintor volvió desde Aragón a la capital del Turia.

Detalle sin marco

La escena representa a San Juan Bautista acompañado del cordero, inserto en un paisaje rocoso y de frondosa vegetación, tal y como se entendía el concepto de desierto en las representaciones del siglo XV, época en la que éste se traducía por "solitario", un lugar sin la presencia humana y no desprovisto de vegetación, como en nuestro tiempo. Por esta razón, Bermejo representó a San Juan Bautista ante un paisaje en la soledad de la naturaleza.

Además, el paisaje no es un simple fondo, sino que representa el mundo redimido que aguarda la llegada del Mesías, un espacio donde naturaleza y espíritu se reconcilian.

Detalle del rostro de san Juan

Lo presenta de pie, jugando con el cordero - el atributo habitual que permite identificar al santo - de forma muy distinta a como se le representa en otros lugares en que el Bautista sostiene al cordero en una de sus manos o éste se encuentra a sus pies.

Detalle del cordero

El cordero es símbolo de Cristo, el sacrificio redentor al que el Bautista señala en los Evangelios.

Bermejo incorporó también en esta obra unos saltamontes, que tal vez aludan a las langostas que Juan el Bautista comió para alimentarse, según el Evangelio de San Marcos (1,16).

A éstos se suma también la perdiz que Judit Berg interpretó como símbolo de la verdad de la Iglesia.

Detalle de la perdiz

Finalmente, destacamos la morfología en pie egipcio del Bautista, con el primer dedo más corto que el segundo. Se conoce como griego debido a que en la mitología griega está asociado a las diosas y sus poderes.

Detalle del pie



Esquema de la morfología del antepie


Por Andrés Carranza Bencano

No hay comentarios:

Publicar un comentario