EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA
Nuestro Padre Jesús Nazareno. Hermandad del Silencio.
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio en su altar
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio en su altar mostrando
claramente la Cruz invertida
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio sin la Cruz
El Señor
Nazareno de la Hermandad del Silencio sostiene la cruz de un modo singular y
único entre las imágenes procesionales sevillanas: la parte superior del madero
se orienta hacia adelante, invirtiendo la posición habitual. Es decir, el estipe —el palo vertical—
se proyecta hacia el frente, lo que confiere a la figura una apariencia
distinta y reconocible dentro del conjunto de Nazarenos de la Semana Santa de
Sevilla.
Diversas
teorías han tratado de explicar esta disposición tan poco común. Una de las más
aceptadas sostiene que el Señor no lleva la cruz “al revés”, sino que
representa el instante en que la recibe y la abraza por primera vez, antes de
emprender el camino hacia el Calvario. En ese gesto de acogida y entrega, Jesús
levanta la cruz en un ademán que puede interpretarse como signo de victoria y
triunfo sobre la tierra.
Esta forma de
portar el madero era, de hecho, frecuente en las representaciones de Nazarenos
sevillanos hasta comienzos del siglo XVII, momento en que se impuso la
iconografía actual, con el estipe
orientado hacia atrás.
Otras
interpretaciones consideran la influencia artística del Renacimiento. El modo
en que el Cristo del Silencio sostiene la cruz recuerda a modelos pictóricos
como El Pasmo de Sicilia, de Rafael Sanzio, o al Cristo de los Ajusticiados, obra de Luis de Vargas en las
gradas de la Catedral. Este último ejemplo es especialmente significativo, pues
muestra cómo los artistas manieristas concebían la escena, vinculándola a la
sensibilidad espiritual y estética de su tiempo. Ante dicha pintura, según la
tradición, se detenían los reos camino del suplicio para ser ajusticiados en el
Corral de los Olmos o en la Plaza de San Francisco.
Sin embargo, el
pueblo sevillano gusta más de la leyenda que de la explicación académica.
Cuentan que, en cierta ocasión, algunos hermanos decidieron colocar la cruz en
la posición habitual de los demás Nazarenos. Reunidos una noche en la capilla
del antiguo convento antonino donde se venera la imagen desde finales del siglo
XVI, procedieron a modificarla. Pero al día siguiente, al abrir las puertas del
templo, descubrieron que la cruz había vuelto misteriosamente a su postura
original.
Uno de aquellos
hermanos, arrepentido del atrevimiento y enriquecido años después en tierras de
Nueva España, envió como ofrenda una soberbia cruz de carey y plata. Aquella
joya de la orfebrería hispanoamericana es la que, aún hoy, abraza el Señor del
Silencio cada Madrugada del Viernes Santo.
La imagen
responde al estilo manierista y es de autor desconocido, aunque la tradición la
ha atribuido a Francisco de Ocampo hacia 1609, aunque no está documentado. No obstante,
algunos estudiosos la relacionan con Gaspar de la Cueva, discípulo de Martínez
Montañés y activo en el Perú, por similitudes técnicas y estilísticas.
Detalle de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio
Está tallada en
madera de cedro policromada, salvo los cilindros de los brazos, que son de pino
de Flandes. Mide 183 centímetros y presenta una encarnadura pulimentada de
extraordinaria calidad. Su cuerpo, completamente anatomizado, adopta una suave
torsión (contrapposto) que, junto al giro de la cabeza hacia la
izquierda, acentúa la sensación de movimiento y el esfuerzo de cargar la cruz
sobre el hombro derecho.
El rostro del
Nazareno, de canon alargado y rasgos intensos, refleja una admirable
combinación de dolor y serenidad. Su expresión, más de aceptación que de
padecimiento, transmite una espiritualidad serena y poderosa, con una mirada
que se dirige al devoto con ternura y autoridad.
La cabellera y
la barba, tratadas con gran naturalismo, evocan los modos de Francisco de
Ocampo, mientras que el cuello, intencionadamente alargado, contribuye a la
elegancia del conjunto.
Las coronas de
espinas que ha lucido a lo largo de su historia han sido siempre piezas
independientes.
Detalle del rostro
La imagen ha
sido restaurada en cinco ocasiones conocidas: por Cristóbal Ramos (1745),
Teodoro de San Román (1784), José Ordóñez Rodríguez (1912), Agustín Sánchez del
Cid (1942) y Francisco Peláez del Espino (1978).
Detalle de los pies
Detalle de un pie
La cruz
actual es de madera de teca revestida con planchas de carey y cantoneras de
plata labrada. En el cruce de sus brazos figura el emblema de la Hermandad.
Data del primer tercio del siglo XVII y fue donada por Juan Leonel Gómez de
Cervantes y Carvajal y Juan de Cervantes y Casaús, benefactores sevillanos
residentes en Nueva España (actual Méjico).
La Cruz
Detalle de la Cruz
El paso
del Nazareno, de estilo barroco dorado, se ilumina con cuatro faroles de plata
del siglo XVII y está enriquecido con ángeles querubines tallados en 1902. A
ambos lados figuran ángeles ceriferarios de 1726, con potencias de oro y
túnicas bordadas.
Durante la
Madrugada del Viernes Santo, la Hermandad del Silencio abre el cortejo con un
nazareno que porta una espada y otro con el cirio votivo, acompañando a la
Bandera Blanca del Voto de Sangre, instituido el 29 de septiembre de 1615 en
defensa del misterio de la Inmaculada Concepción. El cirio votivo, consagrado
cada año a la Purísima, es encargado tradicionalmente a un pintor distinto,
perpetuando así una de las más bellas devociones de la cofradía.
Por Andrés Carranza Bencano