lunes, 24 de febrero de 2025

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Archicofradía del Amor.

Crucificado. Atribuido a Juan de Mesa. 1618. Madera tallada y policromada. Archicofradía del Amor

Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza

Vista frontal de los pies

Vista lateral de los pies

Detalle del monte

Detalle de un lagarto en el monte

Detalle de una serpiente en el monte

Por Andrés Carranza Bencano

miércoles, 19 de febrero de 2025

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Capilla Sacramental. Iglesia de los Terceros.

Retablo central

La Capilla Sacramental presenta un retablo central neoclásico, de mármol jaspeado, fechado en el siglo XIX, dedicado a la Inmaculada, magnífica imagen anónima del siglo XVII.

En el ático, presenta un pequeño Crucificado de origen anónimo. 

Crucificado del ático

Detalle superior

Detalle de los pies

Por Andrés Carranza Bencano

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Sacristía de la Iglesia de los Terceros.

Calvario

En el interior de la Sacristía, en su testero frontal se muestra un calvario de origen desconocido para mí, con un crucificado en el centro, la virgen a la derecha y María Magdalena a la izquierda.

Detalle del crucificado

Nos muestra a un crucificado vivo que dirige su mirada al cielo. No presenta corona de espina por lo que son más patentes las lesiones frontales. El pelo peinado en el centro y recogido por detrás del cuello nos enseña las orejas especialmente la izquierda. Los ojos abiertos en actitud suplicante. La nariz afilada y la boca entreabierta.

Detalle del rostro

El paño de pureza está sujeto por una cuerda y presenta un gran nudo en el lado derecho y muestra gran parte de la cadera derecha.

Detalle del paño de pureza

Los pies están fijados con un solo claco, el pie derecho sobre el izquierdo.

Detalle de los pies

Virgen María

Detalle de la Virgen

María Magdalena

Detalle de María Magdalena

Por Andrés Carranza Bencano

EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA

Nazareno. Iglesia de Nuestra Señora de Consolación o de los Terceros. 

Nazareno del siglo XVIII

En la capilla Sacramental, justo al entrar, a la izquierda, hay un retablo que cobija a un Nazareno del siglo XVIII, con la cruz a cuestas que tiene cierto parecido al Señor de Sevilla, si bien, como confirma el historiador de la Hermandad de la Cena, “no tiene nada que ver con Juan de Mesa, como nada tiene que ver con la Reina Isabel II”, a pesar de que una tal Isabel Segunda Reina fue quien regaló esta imagen de talla completa.

En otra visita, según las necesidades del culto, nos lo podemos encontrar en la Sacristía.

Nazareno del siglo XVIII en una esquina de la Sacristía

Detalle del rostro

Detalle de los pies
Detalle del pie izquierdo
Detalle del pie derecho

Por Andrés Carranza Bencano

martes, 18 de febrero de 2025

EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Santísimo Cristo de Buena Muerte. Iglesia de los Terceros.

Cristo de la Buena Muerte

En la iglesia de Nuestra Señora de Consolación o de los Terceros, a los pies de la nave, en el lado del Evangelio, cuelga un Crucificado de tamaño natural con la advocación del Cristo de la Buena Muerte.

Se trata de una talla anónima de principios del siglo XVIII, que algunos lo atribuyen a Juan de Mesa (ver), aunque presenta varias características que no concuerdan con su estilo.

Fue encargada por una cofradía, fundada en 1742 por los terceros, llamada Confraternidad de la Vía Sacra, que existió entre mediados del siglo XVIII y finales del XIX.

Esta imagen presidia el Vía Crucis que cada noche realizaban los franciscanos por los distintos claustros de su convento, lo que hoy es sede de EMASESA, excepto los viernes que lo hacían a extramuros, y en algunas ocasiones especiales que llegaban hasta el templete o humilladero de la Cruz del Campo.

Cristo dela Buena Muerte

Se trata de un cristo muerto. El rostro del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, muestra toda la paz que debe llevar la advocación de Buena Muerte, dando una sensación de descanso eterno después de un gran sufrimiento. El rostro de Cristo da la sensación de serenidad y aceptación de su propia muerte.

La cabeza esta desprovista de la corona de espina lo que hace más evidente las heridas de las espinas de la frente, dejando más al descubierto la cabeza.  

Las cejas se presentan discretamente fruncidas por la tensión del dolor. Los ojos están totalmente cerrados. La nariz afilada. Los pómulos muy marcados. La boca entreabierta, con labios carnosos. La barba es frondosa y el cabello ondulado cae sobre los dos lados cubriendo ambas orejas.  

El cuello está totalmente flexionado apoyándose en el pecho con mínima desviación a la derecha.   

Detalle del rostro

Detalle del rostro
Detalle del rostro

Los brazos están totalmente estirados, pero perpendiculares al cuerpo lo que no es lógico en un cuerpo muerto. 

Las manos, fijadas por clavos a nivel de las palmas, presentan signos de rigor mortis. 

Detalle de los brazos

El torso del Cristo presenta la herida de la lanza de Longinos y de ella brota escasa cantidad de sangre que cae hacia el torso sin llegar al sudario.

El sudario o paño de pureza, está anudado a través de una cuerda muy visible en la parte derecha del Cristo, con amplios pliegues y bastante tela sobrante, tanto en la parte derecha como en la izquierda, recogida en dos moños laterales, dejando al descubierto la cadera derecha.

Detalle del paño de pureza

Hecho destacable es la colocación de los pies que se cruzan en lugar de disponerse en paralelo. La pierna derecha pasa por delante de la izquierda, creando una tensión evidente entre ambas. 

Se observa la presencia de 4 clavos (1 en cada mano, 2 en los pies), en relación con la visión de Santa Brígida, monja sueca, cuyas revelaciones fueron recogidas en los tratados de Francisco Pacheco (ver)

Vista frontal de los pies

Vista lateral de los pies

Por Andrés Carranza Bencano

lunes, 17 de febrero de 2025

 EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA

Cristo de la Humildad y Paciencia. Hermandad de la Cena. Iglesia de los Terceros.

Esta advocación resalta la paciencia y la humildad de Cristo en los momentos previos a su crucifixión, con lo que se busca inspirar en los fieles una actitud de resignación y fortaleza ante la adversidad.

Es la viva expresión del dolor y la resignación por lo que su culto era ofrecido a los enfermos como ejemplo de serenidad ante la muerte.

Representa el momento en que el Señor acaba de llegar al Calvario y aparece sentado sobre una roca, exhausto y meditando, después de ser despojado de sus vestiduras y en situación de espera antes de la crucifixión, tras la flagelación.

Según el pasaje bíblico de Marcos (Mc 15:22-24): “Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es “Lugar de la Calavera”. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra, mas Él no lo tomó. Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suerte sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno”.

Bernales Ballesteros relaciona esta representación de Cristo con la del dios Saturno, cuyo temperamento melancólico aparecería plasmado primero en las iconografías germanas del Varón de Dolores y, más tarde, consagrado por Durero en algunos de sus grabados de la Pasión.

Iglesia de Nuestra Señora de Consolación o de los Terceros

El Cristo de la Humildad y Paciencia de la iglesia de los Terceros, titular de la Hermandad de la Cena, responde a una iconografía muy popular traída desde el norte de Europa por los artistas que llegan a Andalucía a partir del siglo XV.

Aunque no existe una constatación documental, parece que puede ser una obra realizada en tierras castellanas y que luego fue donado al hospital de San Lázaro, donde existía una asociación caritativa, a finales del siglo XVI.

Algunos estudios establecen que fue traído por un prelado abulense alrededor de 1550. Pero otros, como Juan Miguel González Gómez y Jose Roda Peña sugieren que es una obra realizada alrededor del año 1600.

En 1591 se sabe que la Hermandad del Santísimo Cristo Humillado está establecida en el templo de Omnium Sanctorum y que se fusiona con la de la Sagrada Cena y Nuestra Señora del Subterráneo. De allí pasa en 1621 al convento de San Basilio. En 1688 se encarga al escultor Sebastián Rodríguez un paso con un montículo para colocar la imagen. En los siglos XIX y XX sufre diversos traslados hasta encontrar su sede definitiva en la iglesia de los Terceros.

Hasta 1936 llegó a procesionar acompañado de un conjunto escultórico formado por una cruz tendida en el centro del paso, a un lado la túnica con los dados para su sorteo entre los sayones y dos de estos personajes preparando el hoyo para la colocación de la cruz.

Por el fuego de la Parroquia de Todos los Santos en el año 1936 sus enseres procesionales se perdieron por lo que la advocación entró en un largo ostracismo hasta el año 1973 que volvió a salir en Semana Santa en un paso realizado por el tallista Guzmán Bejarano (ver), sobre un trono de madera de Guinea. Este paso se finalizó a mediados de los años 90 gracias a la talla de Juan Mayorga, que desarrollo un diseño del artista Antonio J. Dube de Luque (ver).

La imagen siempre despertó mucha devoción en el pueblo sevillano, presidiendo rogativas por diversos motivos, como, por ejemplo, en 1800 por una epidemia o en 1894 por el exceso de lluvia; o participando en el Santo Entierro Magno en diversos años (1850, 1854).

La escultura (100 x 88 x 46 cm) está realizada con telas encoladas modeladas sobre un armazón de madera y elementos metálicos, como clavos y alambres.

El tejido empleado es de lino, salvo el del paño de pureza, que es de algodón y que fue colocado en sustitución del original probablemente en la única intervención documentada, la efectuada por Andrés Cañadas en 1900. Posteriormente ha sido restaurada por Silvia Patricia Martínez Gracia-Otero en 1996.

El Señor aparece desnudo y cubierto por el paño de pureza. La postura es sedente, sobre una peña, con el codo derecho apoyado sobre el muslo derecho y la mano sosteniendo la cabeza, situada en la mejilla, cubierto ocasionalmente por el manto purpura, y con los signos de la pasión como la flagelación en la espalda o las graves erosiones de las rodillas. 

Cristo de la Humildad y Paciencia

Cristo de la Humildad y Paciencia cubierto por el paño purpura

Detalle de Cristo de la Humildad y Paciencia


Detalle de Cristo de la Humildad y Paciencia

Detalle de la flagelación de la espalda del Cristo de la Humildad y Paciencia

La roca sobre la que está asentada la imagen, y que hace a su vez las funciones de peana, es de madera tallada y está formada por varias piezas encoladas entre sí y con clavos de refuerzo en las uniones. Todo este conjunto se apoya en una base rectangular también de madera. La figura está anclada a la peana por un vástago metálico roscado a ella que alcanza por el interior hasta la mitad del pecho.

Detalle del pie desnudo, de morfología egipcia, apoyado sobre la roca

A lo largo del tiempo se produjeron en la imagen importantes variaciones respecto a su primitivo aspecto: además de sustituirse el sudario se repolicromó repetidas veces la escultura y se le mutiló la corona de espinas, cuyos restos, junto a un añadido de plastilina, servían de apoyo a la actual, que es exenta.

En la Iglesia de los terceros se ubica en el brazo derecho del crucero,  en la hornacina central de un retablo, barroco, obra de José Fernando de Medinilla (ver), fechado sobre 1.727. 

Retablo del Cristo de la Humildad y Paciencia

Por Andrés Carranza Bencano

domingo, 9 de febrero de 2025

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Hermandad de Vera Cruz. 

Crucifijo. Escuela hispano-filipina. Siglo XVI. Marfil. 45 x 45 cms (Cristo) 92 x 68 cms (Cruz). Real Monasterio de San Leandro. Madres Agustinas. Sevilla.

A través de las rutas comerciales marítimas llegaban a España los apreciados productos orientales, que satisfacían la gran demanda de objetos lujosos y exóticos.

El marfil, material de lujo y alta estima, significaba prestigio, poder económico y social para su poseedor, siendo especialmente apreciadas las obras de imaginería religiosa trabajadas en este material, pensadas para la devoción privada.

En este sentido, se conserva en la ciudad de Sevilla un valioso conjunto de Crucificados hispano-filipinos de marfil, tallados entre los siglos XVI al XVIII.

Los sangleyes, “artistas de todos los oficios”, o chinos de Filipinas, urgidos por la demanda de obras religiosas cristianas, atendían los pedidos españoles teniendo como modelos esculturas, estampas o grabados enviados desde la metrópoli, pero sin olvidar los rasgos de la anatomía oriental.

Por ello, los ojos de esta pieza se muestran rasgados, con párpados abultados realizados en doble brida, configurando un rostro de pómulos salientes que se aparta del ideal clásico de la Europa contemporánea.

Detalle del crucifijo

La cruz se enmarca en los cánones de la escultura oriental, tratada a modo de tronco arbóreo.

Se trata de un Cristo muerto con el cuerpo está muy estilizado y adaptado a la curvatura natural del colmillo de elefante.

La cabeza esta inclinada hacia la derecha, y está coronada por una gruesa y trenzada corona de espinas.

En el rostro destacan los ojos almendrados con los párpados abultados y cerrados, la incurvación del rabillo del ojo de raíz oriental, la nariz alargada y la boca cerrada, comn una gran expresividad de serenidad.

El cabello se dispone fundamentalmente hacia el lado derecho dejando al descubierto la oreja izquierda.

La barba es bífida y enroscada.

Detalle del rostro

El vientre se presenta abultado y el paño de pureza es muy sencillo y sin nudo, cubriendo ambos costados, aunque más el izquierdo. 

Detalle del paño de pureza

Las rodillas semiflexionadas en paralelo y simetría con el pie derecho que monta sobre el siniestro, fijado con un solo clavo.

Detalle de los pies 

Esta pieza del Real Monasterio de San Leandro, se arroga al patrimonio del Dulce Nombre de Jesús, ya que, según una petición de una antigua huésped del convento de Jesús de los Baños, con fecha de 14 de febrero de 1870, se reclamó un crucifijo de marfil, “que al ocurrir la Revolución del 68 se hallaba en la iglesia del convento”, y que era de su propiedad. El mismo “no hubo tiempo de recogerlo y está hoy depositado en la Catedral”. Por la documentación conservada, sabemos que se le concedió su petición y la devolución en 1870.

Por Andrés Carranza Bencano