sábado, 1 de noviembre de 2025

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

CRUCIFIXIÓN 

Calvario. Lucas Cranach. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Calvario. Cranach, Lucas. 1538. Pintura sobre tabla. 85 x 56 cm. Museo de Bellas Artes. Sala II. Adquisición del Estado en 1971. Procede de Venerable y Santa Escuela de la Natividad de Cristo de Sevilla


Esta obra de Lucas Cranach el Viejo ocupa un lugar singular dentro de las colecciones del museo, tanto por su extraordinaria calidad como por la escasa presencia de pintura renacentista alemana en España.

Detalle sin marco


En el centro de la composición se sitúa Cristo crucificado, acompañado a ambos lados por los dos ladrones, Dimas y Gestas, dispuestos de manera simétrica y en posición oblicua, casi de perfil. El momento representado es el de la expiración del Señor, cuando, alzando los ojos al cielo, pronuncia las palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, inscripción que el pintor reproduce en alemán en la parte superior del cuadro (“Vater in dein hendt befil ich mein gaist”).

Cristo crucificado


Las cabezas de Cristo y de los ladrones, de gran fuerza expresiva, revelan la maestría del artista en la captación del drama humano. 

Detalle de la cabeza de Cristo


En la parte inferior aparece un caballero vestido a la moda germana del siglo XVI, anacronismo intencionado que lo identifica como el centurión romano que, al reconocer la divinidad de Cristo, pronuncia la frase: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”, también escrita en alemán (“Warlich diser mensch ist gotes sun gewest”).

Detalle del centurión


El paisaje del fondo se organiza en torno a un horizonte bajo que separa el cielo, cubierto de densos nubarrones, de un terreno árido donde se distingue a lo lejos la ciudad de Jerusalén. La oscuridad del firmamento y el violento movimiento del paño de pureza de Cristo evocan el instante de la muerte, cuando el sol se oculta y la naturaleza parece conmoverse.

La obra pertenece a la etapa de madurez de Cranach, caracterizada por superficies pulidas y brillantes, de aspecto esmaltado, y por figuras recortadas con precisión sobre fondos oscuros. En la roca del primer plano, a la derecha, se conserva la firma del artista acompañada de su emblema, el dragón alado, y la fecha de ejecución de 1538.

Por Andrés Carranza Bencano

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

REDENCIÓN

Retablo de la Redención. Juan Giralte. Museo de Bellas Artes.

Retablo de la Redención. Giralte, Juan. 1562. Relieves de cedro tallado. 110 x 58 cm. (los tableros mayores) y de 58 x 48 cm. los menores. Museo de Bellas Artes. Sala II. Procede del Convento de santa Catalina de las Carmelitas de Aracena. Adquisición del Estado para el Museo Arqueológico Nacional, depositado en el Museo en 1970

Estilísticamente, Giralte sigue los cánones de Balduque, pero acentuando las notas flamencas, consiguiendo realizaciones nerviosas y de menor calidad. Como afirma Bernales, sus figuras son "alargadas, algo angulosas y de expresiones dramáticas", demostrando que su estilo "«se desarrolla dentro del primitivismo nórdico -escribe Palomero-; y muestra las incorrecciones que suponen la forzada y falsa asimilación de las fórmulas renacentistas". Técnicamente, sus obras acusan una ejecución tendente a un relieve excesivamente plano y de vinculaciones todavía muy medievales.           

En 1970, como depósito del Museo Arqueológico Nacional, ingresaron en el Museo las diez tablas que componen el total de los relieves de Giralte para el retablo de la Redención, con­tratado por el escultor, en 1562, con el presbítero  Bartolomé Vázquez, con destino a su Capilla funeraria en la iglesia conventual de Santa Catalina del Carmen, en Aracena (Huelva). 

Según el contrato y la tasación, hecha esta última en 1563 por Andrés Ramírez y Antonio de Arfián, los relieves se hicieron en madera de cedro y la policromía de oro bruñido, ciñéndose a  la siguiente iconografía: 

Las lágrimas de San Pedro (con la figura añadida de San Juan), la Coronación de espinas, la Oración en el huerto, la Anunciación y la Resurrección, en el único cuerpo del retablo; después, y como añadido al mismo, se hicieron por el propio Giralte, para el remate, las pequeñas tablas del Padre Eterno y los Evangelistas.

San Juan

Padre Eterno

San Lucas

Anunciación

Lágrimas de san Pedro

Coronación de espinas

San Mateo

Oración en el Huerto

Resurrección

San Marco

Por Andrés Carranza Bencano

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

CRUCIFIXIÓN 

Tríptico del Calvario. Frans Francken I. Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Tríptico del Calvario. Francken I, Frans. Hacia 1585. Óleo sobre tabla.285 x 283 cm. Museo de Bellas Artes. Sala II. Procede de la Desamortización de 1840 del Hospital de las Bubas. Sevilla

Esta pintura constituye uno de los trípticos flamencos del siglo XVI más destacados conservados en España. Sin embargo, su autoría permaneció incierta hasta fechas relativamente recientes. Desde comienzos del siglo XIX, Ceán Bermúdez la había atribuido erróneamente a un supuesto pintor llamado Francisco Frutet, artista inexistente que surgió de una confusión documental. Al parecer, Ceán interpretó de forma equivocada el nombre de Frans Floris, mencionado en unos documentos del convento de la Merced de Sevilla, donde se aludía a un retablo de este maestro flamenco. El retablo al que se referían aquellos textos fue adquirido en 1879 por el museo de Bruselas, y está firmado por Frans Floris, lo que permite suponer que la lectura “Francisco Frutet” no fue más que una transcripción defectuosa.

A partir de esa confusión, Ceán Bermúdez atribuyó a su imaginario Frutet varias obras de escuela flamenca de finales del siglo XVI. Entre ellas incluyó este magnífico tríptico procedente del Hospital de las Bubas, cuya falsa atribución se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Fue el profesor Bruyn quien, en 1962, restituyó su verdadera autoría a Frans Francken I, al reconocer en las figuras del conjunto un estilo plenamente coincidente con otras obras del pintor, especialmente con el “Cristo Niño entre los doctores”, firmado en 1587 y conservado en la catedral de Amberes. Por sus rasgos estilísticos, el tríptico sevillano debió ejecutarse entre 1581 y 1585.

Aunque Ceán Bermúdez erró en la identificación del autor, su apreciación no carece de mérito, pues supo reconocer la filiación flamenca de la obra. Además, el equívoco resulta comprensible si se considera que Frans Francken I fue discípulo de Frans Floris, cuyo estilo influyó notablemente en su producción. (Fuente: Enrique Valdivieso González, “La pintura en el Museo de Bellas Artes de Sevilla”, Ed. Galve, Sevilla, 1993).

El tríptico procede del antiguo Hospital de San Cosme y San Damián, conocido como Hospital de las Bubas. Fundado en el siglo XIV, tras la epidemia de peste de 1383, se ubicaba originalmente en la feligresía del Salvador. Las sucesivas crisis de peste, hambre y pobreza que azotaron Sevilla entre los siglos XIV y XV llevaron a la creación de instituciones destinadas a aislar y atender a los enfermos contagiosos, como los afectados de lepra o sífilis. Estos hospitales no solo cumplían funciones sanitarias, sino también asistenciales, al ofrecer refugio y sustento a personas de escasos recursos.

En 1500 el hospital se trasladó a la calle Santiago, a la antigua sede del Hospital de las Cinco Llagas, y en 1574 fue cedido a los Hermanos de San Juan de Dios, quienes lo mantuvieron activo, con interrupciones durante las exclaustraciones, hasta la actualidad, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz, también conocido como Hospital del Salvador y de la Misericordia.

Iglesia del Hospital de Nuestra Señora de la Paz, Plaza del Salvador de Sevilla

Descripción del tríptico.

El panel central representa la Crucifixión: Cristo vivo en la cruz, acompañado por los ladrones Dimas y Gestas. A los pies, la Virgen, san Juan y María Magdalena, arrodillada y abrazada al madero. Detrás, soldados que juegan a los dados, otros montados a caballo y un grupo de espectadores contemplando la escena. En el primer plano aparece un cráneo (memento mori) en referencia a la muerte de Adán, como lugar de muerte y redención del género humano. Todo el conjunto se desarrolla sobre un paisaje amplio y luminoso.

Panel central

Detalle de Jesús vivo mirando a su madre

Detalle del rostro de Jesús

Detalle del amplio paño de pureza que cubre ambas caderas

Detalle de los pies fijados con un solo clavo con el pie derecho sobre el izquierdo

Detalle de Dimas, el buen ladrón

Los pies de Dimas están fijados al madero individualmente con cada clavo y a distinta altura por lo que las rodillas están flexionadas

Detalle del troco superior de Dimas

Las manos Dimas están fijadas al madero con un solo clavo por el dorso de la mano, mientras que la de Jesús está fijada por la palma

Detalle de Gestas con las manos fijadas por detrás del madero y los pies a distinta altura con las rodillas flexionadas

María Magdalena arrodillada a los pies de la cruz

Detalle del rostro de María Magdalena

La Virgen María y las Santas mujeres

Detalle de la Virgen y una de las Santas mujeres

Detalle de otra de las Santas mujeres

San Juan Evangelista

Detalle de San Juan Evangelista

Detalle del cráneo y un Húmero a los pies de la cruz

Detalle de los soldados jugando

Detalle de soldados a caballo

El ala izquierda muestra el Camino al Calvario, con Cristo cargando la cruz ayudado por el cirineo, escoltado y hostigado por los sayones. 

Panel lateral derecho

Jesús con la cruz a cuesta durante una caída

Detalle del rostro de Jesús

Detalle del pie desnudo de Jesús, tipo egipcio

Detalle de un sayón que lo golpea

Soldados a caballo

Muchedumbre y Simón de Cirene

Detalle de una madre con su hijo

Pie calzado de la madre

Pies descalzos del niño

El ala derecha presenta el Descendimiento, con las figuras que bajan el cuerpo de Cristo y lo preparan para la sepultura, completando así la narración pasionista.

Panel lateral izquierdo

Detalle del Descendimiento

Detalle del rostro de Jesús

Detalle de los pies de Jesús

José de Arimatea con los clavos de Cristo

La Virgen María y las Santas mujeres

San Juan

En el reverso de las tablas laterales se representan la Virgen con el Niño y san Bernardo, respectivamente, imágenes que, al cerrarse el tríptico, refuerzan su sentido devocional.

Por Andrés Carranza Bencano