martes, 26 de agosto de 2025

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Venus, Cupido y Marte. Guercino.

Venus, Cupido y Marte. Guercino. 1633. Óleo sobre tela. 139 x 161 cm. Galería Estense. Módena. Italia. (ver) CC BY 3.0)

La pintura fue un encargo de Francisco I de Este, duque de Módena, destinado a embellecer su palacio de Sassuolo hacia 1632-1633. El registro del pago final data del 18 de enero de 1634, cuando el artista recibió 126 escudos a través del mayordomo de la corte, Cesare Cavazza. Se desconoce la cantidad adelantada, aunque se estima que rondaría los 30 escudos.

Tras su incorporación a la colección de los Este, la obra quedó inventariada entre 1692 y 1694 en la llamada Cámara de los Sueños del palacio de Sassuolo. Más tarde, Francisco III de Este la trasladó a Módena, después de haber vendido un importante conjunto de lienzos al emperador Augusto III de Sajonia entre 1745 y 1746; alrededor de un centenar de estas piezas se conservan hoy en la Gemäldegalerie de Dresde.

Durante la ocupación napoleónica, el cuadro fue saqueado (1796-1815), pero tras la restauración regresó a Italia y pasó a integrarse, junto con lo que quedaba del patrimonio artístico de los Este, en la Galería Estense de Módena, donde se exhibe actualmente.

El tema procede del Libro X de las Metamorfosis de Ovidio, una de las fuentes literarias más inspiradoras para los pintores barrocos.

El relato narra la relación adúltera entre Venus (Afrodita), diosa del amor y la belleza, y Marte (Ares), dios de la guerra.

Vulcano (Hefesto), esposo de la diosa, dios del fuego, la forja y los herreros, cojo, feo y desfigurado es informado por Apolo, el dios del Sol, de la traición, e ideó una venganza: fabricó una red metálica, casi invisible e imposible de romper, con la que sorprendió y atrapó a los amantes en el lecho. Orgulloso de su astucia, abrió las puertas de su palacio para que los dioses contemplaran el engaño, transformando la escena en una burla pública.

La historia refleja la confrontación entre el deseo carnal y la institución matrimonial, entre la pasión, la infidelidad y la venganza.

En la obra de Guercino, se muestra a una sensual Venus reclinada sobre un lecho, semidesnuda y de mirada penetrante, que dirige y señala al espectador. A su lado, Cupido lanza sus flechas hacia fuera del cuadro, prolongando la acción hacia quien lo contempla. La diosa apoya una mano sobre la aljaba, decorada con un águila, emblema de la Casa de Este. Con este recurso, el pintor rompe la frontera entre ficción y realidad, implicando directamente al observador en el universo de pasiones y mitología que la obra encarna.

Detalle de Venus y Cupido

Detalle de Venus

Marte, representado como dios de la guerra y ataviado con una armadura de su tiempo, sostiene en la mano derecha un arcabuz. Con la izquierda descorre un cortinaje rojo que recuerda a un telón teatral, abriendo la escena hacia el paisaje del fondo. Su gesto y su expresión transmiten desdén y recelo, como si reprochara la atracción que Venus dirige al espectador, identificado simbólicamente con su comitente, Francisco I de Este, convirtiendo así la escena en un juego de miradas y tensiones entre los personajes y quien contempla la obra.

Detalle de Marte

El detalle más sugestivo de la composición es la ausencia de calzado, un recurso de fuerte carga erótica en el lenguaje simbólico del Barroco. Los pies descalzos acentúan la vulnerabilidad y, al mismo tiempo, intensifican la sensación de desnudez, reforzando la dimensión sensual de la diosa.

Detalle de los pies de Venus

Por Andrés Carranza Bencano

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