domingo, 12 de octubre de 2025

 GINECOLOGÍA

El fraile y la monja. Cornelis van Haarlem.

El fraile y la monja. Haarlem,Cornelis van  . 1591. Óleo sobre lienzo. 116 x 103 cm. Museum Frans Hals. Haarlem. Países Bajos. (ver)(CC BY 3.0)

Una beguina era una mujer laica de la Edad Media que optaba por vivir en comunidad con otras mujeres sin pertenecer formalmente a una orden religiosa. Aunque no pronunciaban votos perpetuos, se comprometían a llevar una vida austera, casta y dedicada a la oración y al servicio de los demás. Su labor se centraba en la atención a los enfermos, los niños abandonados, los ancianos y las personas necesitadas, por lo que pueden considerarse precursoras de la enfermería y del trabajo social.

Estas comunidades femeninas habitaban en los llamados beguinarios, conjuntos de viviendas situados habitualmente junto a iglesias u hospitales. Representaban una alternativa tanto a la vida monástica como al matrimonio, y se las reconoce como un antecedente significativo de la autonomía femenina y de las formas tempranas de solidaridad social en Europa occidental. El movimiento de las beguinas surgió en el siglo XII, en el contexto de las Cruzadas y de un notable excedente de población femenina. Muchas mujeres, sin desear contraer matrimonio ni ingresar en conventos, encontraron en estas comunidades un espacio seguro para su desarrollo espiritual y personal.

El óleo de Cornelis van Haarlem titulado “La Beguina y el Monje” ha sido interpretado en ocasiones como una representación irreverente hacia la fe católica. Sin embargo, puede relacionarse con el “Milagro de Haarlem”, una antigua leyenda holandesa que narra la historia de una beguina acusada injustamente de haber dado a luz en secreto. Para comprobar su inocencia, un monje, presentado como experto en ciencias médicas, debía ordeñarle un pecho: si salía leche, sería prueba de su maternidad; si no, quedaría absuelta.

En la escena, el monje aparece con gesto serio y concentrado mientras oprime el pecho de la beguina, quien parece entrar en éxtasis. En ese instante ocurre el prodigio: del pecho no brota leche, sino vino, símbolo de pureza y de gracia divina. De esta forma, la inocencia de la mujer queda demostrada.

El pintor muestra el pezón como centro absoluto del cuadro, para que la lujuria, la base en la que se fundamenta la castidad, pueda prevalecer como la mejor de las virtudes.

Detalle del pecho y la mano que la oprime. “Teta que mano no cubre, no es teta, es ubre”.

En la parte inferior del lienzo aparece un bodegón exuberante con frutas que evocan tanto el deseo como el pecado, aunque también pueden interpretarse como símbolos eucarísticos. La copa que recoge el vino procedente del milagro y los alimentos situados junto a ella podrían aludir al cuerpo y la sangre de Cristo, sugiriendo así que la obra no pretende ridiculizar la religión, sino celebrar la pureza y la redención espiritual de la beguina.

Detalle del bodegón

No hay comentarios:

Publicar un comentario