GINECOLOGÍA
El fraile y la monja. Cornelis van Haarlem.
El fraile y la monja. Haarlem,Cornelis van . 1591. Óleo sobre lienzo. 116 x 103 cm. Museum Frans Hals. Haarlem. Países Bajos. (ver)(CC BY 3.0)
Una
beguina era una mujer laica de la Edad Media que optaba por vivir en comunidad
con otras mujeres sin pertenecer formalmente a una orden religiosa. Aunque no
pronunciaban votos perpetuos, se comprometían a llevar una vida austera, casta
y dedicada a la oración y al servicio de los demás. Su labor se centraba en la
atención a los enfermos, los niños abandonados, los ancianos y las personas
necesitadas, por lo que pueden considerarse precursoras de la enfermería y del
trabajo social.
Estas
comunidades femeninas habitaban en los llamados beguinarios, conjuntos de
viviendas situados habitualmente junto a iglesias u hospitales. Representaban
una alternativa tanto a la vida monástica como al matrimonio, y se las reconoce
como un antecedente significativo de la autonomía femenina y de las formas
tempranas de solidaridad social en Europa occidental. El movimiento de las
beguinas surgió en el siglo XII, en el contexto de las Cruzadas y de un notable
excedente de población femenina. Muchas mujeres, sin desear contraer matrimonio
ni ingresar en conventos, encontraron en estas comunidades un espacio seguro
para su desarrollo espiritual y personal.
El óleo de
Cornelis van Haarlem titulado “La Beguina y el Monje” ha sido interpretado en ocasiones
como una representación irreverente hacia la fe católica. Sin embargo, puede
relacionarse con el “Milagro de Haarlem”, una antigua leyenda holandesa que
narra la historia de una beguina acusada injustamente de haber dado a luz en
secreto. Para comprobar su inocencia, un monje, presentado como experto en
ciencias médicas, debía ordeñarle un pecho: si salía leche, sería prueba de su
maternidad; si no, quedaría absuelta.
En la escena,
el monje aparece con gesto serio y concentrado mientras oprime el pecho de la
beguina, quien parece entrar en éxtasis. En ese instante ocurre el prodigio:
del pecho no brota leche, sino vino, símbolo de pureza y de gracia divina. De
esta forma, la inocencia de la mujer queda demostrada.
El pintor muestra el pezón como
centro absoluto del cuadro, para que la lujuria, la base en la que se fundamenta
la castidad, pueda prevalecer como la mejor de las virtudes.
Detalle del pecho y la mano que la oprime. “Teta que mano no cubre, no es teta, es ubre”.
En la
parte inferior del lienzo aparece un bodegón exuberante con frutas que evocan
tanto el deseo como el pecado, aunque también pueden interpretarse como
símbolos eucarísticos. La copa que recoge el vino procedente del milagro y los
alimentos situados junto a ella podrían aludir al cuerpo y la sangre de Cristo,
sugiriendo así que la obra no pretende ridiculizar la religión, sino celebrar
la pureza y la redención espiritual de la beguina.
Detalle del bodegón
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