EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
CRUCIFIXIÓN
Cristo crucificado expirante. Francisco de Zurbarán. Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Jesús
Crucificado expirante. Zurbarán, Francisco de. Hacia 1640. Óleo sobre lienzo.
255 x 193 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del
convento de Capuchinos.
La escena la protagoniza Jesús
crucificado expirante, sobre un fondo oscuro que realza la figura luminosa de
Cristo crucificado.
Este fondo oscuro no implica necesariamente que sea el
cuadro de la etapa más tenebrista, ya que al morir Cristo, el cielo oscureció durante tres horas: “Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron
toda la región hasta las tres de la tarde” (Lc. 23: 44).
Es una composición poco sangrienta porque los sufrimientos morales de Jesús superan en este momento sus padecimientos físicos. El sufrimiento que expresa
aquí es de índole psíquica, denotando su total abandono.
Esta vivo todavía y en trance de expirar. Su cabeza
vuelta hacia el cielo, lanza una mirada suplicante, con los ojos vidriosos. No sabemos cuál de sus
últimas palabras está pronunciando: “Elí, Elí, ¿lema sabaktani?” (Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) (Mt, 27: 46; Mc. 16: 34), es decir el
primer versículo del salmo (Sal. 22, 2), o más bien cuando lanzó un grito y
dijo: “Padre a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23: 46).
Detalle
de la cabeza
Llama la atención el abultado paño de pureza, así como
su intensa luminosidad. Presenta un magnífico
tratamiento plástico, en que destaca su efecto fuertemente claroscurista sobre
el fondo de la escena.
Detalle
del paño de pureza
Cristo aparece crucificado con las normas impuestas por
Pacheco, es decir Jesús aparece sujeto al madero de la cruz con cuatro clavos, a
nivel de las manos y los pies, que se apoyan sobre un supedáneo, y con el titulus redactado en
hebreo, latín y griego.
Detalle
de la mano derecha
Detalle
de la mano izquierda
Es increíble el tremendo verismo de los pies clavados en el madero, con el detalle finísimo de la sombra de los clavos y de las puntas de los dedos y las uñas alteradas por el camino del Calvario.
Esto puede explicar el por qué Zurbarán
fue considerado en el siglo XIX como el “Caravaggio español”.
Estupenda descripción. Me ha llamado la atención una asimétria entre ambos pies. Mientras el derecho presenta un hallux valgus ó juanete y en el borde lateral un juanete de sastre , el izquierdo aparenta normal. No se si corresponde a una distinta perspectiva entre ambos pies ó a una auténtica deformidad del modelo
ResponderEliminarPienso lo mismo que el comentario anterior, haciendo incapié en la magnífica descripción del cuadro.
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