SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Santo Tomas de Villanueva dando limosna. Bartolomé Esteban Murillo.
Santo Tomas de Villanueva dando limosna. Murillo,
Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1682. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de
Bellas Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del convento de los
Capuchinos.
Hacia 1665 Murillo recibió el encargo de decorar la Iglesia de los
Capuchinos de Sevilla. La realización del trabajo le llevó varios años, al
final de los cuales el templo se convirtió prácticamente en un museo.
Este lienzo fue ubicado en el cuarto altar
del lado de la Epístola y, de toda la serie, fue el cuadro favorito del pintor,
el cuál siempre se refería a él como “mi
cuadro”.
Aunque santo Tomas de Villanueva era agustino, su presencia en esta
serie se debe a que gozaba de gran popularidad entre la congregación debido a su
origen valenciano, ya que varios monjes también eran oriundos de aquella
región. Pero además debido a su cualidad de santo limosnero, práctica que continuó como arzobispo
de Valencia, virtud muy asociada al espíritu capuchino, y que sin duda Murillo
relacionaría con su colaboración con el Hospital de la Caridad de Miguel Mañara
y su capacidad para repartir donativos a los pobres.
La escena se desarrolla en un imponente
interior palaciego, de líneas arquitectónicas clásicas, cuya profundidad se
intensifica mediante una sucesión de planos alternados de luz y sombra, y en el
que destaca una columna de orden
clásico con un cortinaje.
Detalle de la estructura arquitectónica
El santo ocupa el centro de la
composición ataviado con hábito, y los elementos distintivos como arzobispo de Valencia como la mitra y báculo. A su derecha, sobre una mesa, se sitúa
un libro abierto.
Destaca la capacidad de Murillo para de representar las manos y la gestualidad
que puede transmitir con las mismas, así se puede ver en las manos del santo
cómo da las monedas a los mendigos y sujeta el báculo con firmeza,
transmitiendo firmeza y preocupación por los que le rodean, mirando
directamente al pobre con dignidad.
Detalle de santo Tomas de Villanueva con la mitra y el
báculo
A la derecha, se disponen un grupo de
mendigos formado por dos ancianos y un niño y en el ángulo inferior izquierdo
una madre y su hijo, por lo que nos muestra el tratamiento de personajes de
distintos géneros y edades, de pobres y marginados
que se disponen alrededor del santo con expresiones graves y en diferentes
actitudes.
En este grupo de la derecha destaca el
desgarrador retrato del niño tiñoso, con mirada adusta y severa, que presenta diversas placas alopécicas en su cabeza y
que coinciden con las típicas tiñas.
Estas lesiones son el resultado de la invasión de los pelos por hongos
dermatofitos, produciéndose la fragmentación total o parcial de los mismos, y
con la consecuente aparición de zonas tonsuradas a nivel del cuero cabelludo.
Se trata de lo que popularmente sería
un apestado, pero que Murillo trata con dignidad, no lo oculta, pues es una
realidad del momento y lo ubica con la mirada directa al arzobispo, con la
sensación de incertidumbre del que sufre rechazo
diariamente.
Es un retrato tan realista que el profesor Diego Angulo Íñiguez llegó a
decir “si
no es el mismo niño a quien Santa Isabel de Hungría lava la cabeza en el
cuadro de la iglesia de la Caridad, debe ser hermano suyo”.
Retrato
del Niño Tiñoso
Detalle
de la cabeza del niño tiñoso
Más cercano a la línea costumbrista de Murillo es el anciano, que acaba
de recibir el donativo y mira la moneda sin llegar a creerse todavía que la ha
recibido.
Podemos llegar a sentir que va a besarla como cuando se recibe una
estampa, como un auténtico tesoro que le va a permitir seguir un día más
adelante, gracias al apoyo del arzobispo.
Detalle
del anciano
En contraposición, atrás una señora mayor con cara de enfadada y con la
duda de si llegará a recibir algo de la limosna.
Detalle
de la anciana
Completa la grandeza de la obra la pareja
pintada a contraluz, en el ángulo
inferior izquierdo, cuya alegría contrasta
con la expresión preocupada de los mendigos que hacen cola.
El pequeño ha conseguido el donativo y le enseña la manita a su madre con las monedas que le ha dado el santo.
Destaca la emotividad de la escena, con la alegría de la sonrisa del
infante y el cariño y amor de la madre. que sin duda enlaza con la trayectoria
de Murillo a la hora de representar a sus personajes populares sevillanos.
Deliciosos detalle
de la madre y el niño
Resulta de gran interés la figura, en
primer plano, del tullido
arrodillado y con la espalda
desnuda, en un admirable
escorzo. Destaca la expresividad de las manos del mendigo, pues no
necesitamos ver su cara para sentir que está suplicando a los pies del santo
que le dé una moneda para poder subsistir, mientras no es capaz ni de sostener
con la otra mano el bastón que le permite caminar día a día.
Detalle del tullido
Detalle de la mano del tullido
Destaca en primer plano la planta de los pies
desnudos y sucios, de caminar descalzo, como máxima expresión de la pobreza, al
no tener ni siquiera unos zapatos para caminar. El pie como mayor simbolismo de
la mendicidad.
Detalle de los pies
Magnifico
ResponderEliminarComo siempre, brillante análisis de la obra
ResponderEliminarMuy interesante Andrés. Gracias
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