sábado, 4 de octubre de 2025

EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA

Nuestro Padre Jesús Nazareno. Hermandad del Silencio. 

Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio en su altar

Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio

Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio en su altar mostrando claramente la Cruz invertida

Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio sin la Cruz

El Señor Nazareno de la Hermandad del Silencio sostiene la cruz de un modo singular y único entre las imágenes procesionales sevillanas: la parte superior del madero se orienta hacia adelante, invirtiendo la posición habitual. Es decir, el estipe —el palo vertical— se proyecta hacia el frente, lo que confiere a la figura una apariencia distinta y reconocible dentro del conjunto de Nazarenos de la Semana Santa de Sevilla.

Diversas teorías han tratado de explicar esta disposición tan poco común. Una de las más aceptadas sostiene que el Señor no lleva la cruz “al revés”, sino que representa el instante en que la recibe y la abraza por primera vez, antes de emprender el camino hacia el Calvario. En ese gesto de acogida y entrega, Jesús levanta la cruz en un ademán que puede interpretarse como signo de victoria y triunfo sobre la tierra.

Esta forma de portar el madero era, de hecho, frecuente en las representaciones de Nazarenos sevillanos hasta comienzos del siglo XVII, momento en que se impuso la iconografía actual, con el estipe orientado hacia atrás.

Otras interpretaciones consideran la influencia artística del Renacimiento. El modo en que el Cristo del Silencio sostiene la cruz recuerda a modelos pictóricos como El Pasmo de Sicilia, de Rafael Sanzio, o al Cristo de los Ajusticiados, obra de Luis de Vargas en las gradas de la Catedral. Este último ejemplo es especialmente significativo, pues muestra cómo los artistas manieristas concebían la escena, vinculándola a la sensibilidad espiritual y estética de su tiempo. Ante dicha pintura, según la tradición, se detenían los reos camino del suplicio para ser ajusticiados en el Corral de los Olmos o en la Plaza de San Francisco.

Sin embargo, el pueblo sevillano gusta más de la leyenda que de la explicación académica. Cuentan que, en cierta ocasión, algunos hermanos decidieron colocar la cruz en la posición habitual de los demás Nazarenos. Reunidos una noche en la capilla del antiguo convento antonino donde se venera la imagen desde finales del siglo XVI, procedieron a modificarla. Pero al día siguiente, al abrir las puertas del templo, descubrieron que la cruz había vuelto misteriosamente a su postura original.

Uno de aquellos hermanos, arrepentido del atrevimiento y enriquecido años después en tierras de Nueva España, envió como ofrenda una soberbia cruz de carey y plata. Aquella joya de la orfebrería hispanoamericana es la que, aún hoy, abraza el Señor del Silencio cada Madrugada del Viernes Santo.

La imagen responde al estilo manierista y es de autor desconocido, aunque la tradición la ha atribuido a Francisco de Ocampo hacia 1609, aunque no está documentado. No obstante, algunos estudiosos la relacionan con Gaspar de la Cueva, discípulo de Martínez Montañés y activo en el Perú, por similitudes técnicas y estilísticas.

Detalle de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio 

Detalle de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Silencio 

Está tallada en madera de cedro policromada, salvo los cilindros de los brazos, que son de pino de Flandes. Mide 183 centímetros y presenta una encarnadura pulimentada de extraordinaria calidad. Su cuerpo, completamente anatomizado, adopta una suave torsión (contrapposto) que, junto al giro de la cabeza hacia la izquierda, acentúa la sensación de movimiento y el esfuerzo de cargar la cruz sobre el hombro derecho.

El rostro del Nazareno, de canon alargado y rasgos intensos, refleja una admirable combinación de dolor y serenidad. Su expresión, más de aceptación que de padecimiento, transmite una espiritualidad serena y poderosa, con una mirada que se dirige al devoto con ternura y autoridad.

La cabellera y la barba, tratadas con gran naturalismo, evocan los modos de Francisco de Ocampo, mientras que el cuello, intencionadamente alargado, contribuye a la elegancia del conjunto.

Las coronas de espinas que ha lucido a lo largo de su historia han sido siempre piezas independientes.

Detalle del rostro

Detalle del rostro

Detalle del rostro

Detalle del rostro

Detalle del rostro

La imagen ha sido restaurada en cinco ocasiones conocidas: por Cristóbal Ramos (1745), Teodoro de San Román (1784), José Ordóñez Rodríguez (1912), Agustín Sánchez del Cid (1942) y Francisco Peláez del Espino (1978).

Detalle de los pies

Detalle de un pie

Detalle de un pie

La cruz actual es de madera de teca revestida con planchas de carey y cantoneras de plata labrada. En el cruce de sus brazos figura el emblema de la Hermandad. Data del primer tercio del siglo XVII y fue donada por Juan Leonel Gómez de Cervantes y Carvajal y Juan de Cervantes y Casaús, benefactores sevillanos residentes en Nueva España (actual Méjico).

La Cruz 

Detalle de la Cruz


El paso del Nazareno, de estilo barroco dorado, se ilumina con cuatro faroles de plata del siglo XVII y está enriquecido con ángeles querubines tallados en 1902. A ambos lados figuran ángeles ceriferarios de 1726, con potencias de oro y túnicas bordadas.

Detalle del paso

Durante la Madrugada del Viernes Santo, la Hermandad del Silencio abre el cortejo con un nazareno que porta una espada y otro con el cirio votivo, acompañando a la Bandera Blanca del Voto de Sangre, instituido el 29 de septiembre de 1615 en defensa del misterio de la Inmaculada Concepción. El cirio votivo, consagrado cada año a la Purísima, es encargado tradicionalmente a un pintor distinto, perpetuando así una de las más bellas devociones de la cofradía.

 Por Andrés Carranza Bencano

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