INFECCIONES-EPIDEMIAS-PROSTITUCIÓN
La Esclava. Gonzalo Bilbao Martínez.
Cartón
preparatorio para la obra que se conserva actualmente en el Museo Revoltella,
en Trieste, Italia.
Representa el interior de un burdel. “[…] es
novedoso y supone una alternativa que desplaza a la protagonista del centro,
concediéndole mayor relieve a una de las figuras del fondo, la cual ha sido
reposicionada. Debe considerarse seguramente como el desarrollo de un estudio
parcial de la idea definitiva”.
En el centro,
figura la última mujer incorporada a la explotación, rodeada de otras con más
experiencia. A través de sus actitudes y expresiones, el artista logró
transmitir la tensión necesaria que representa el proceso de asimilación del
lenocinio por parte de sus víctimas, recurso con el que involucró al público en
el reconocimiento de la responsabilidad de la sociedad sobre la prostitución.
Llevan
mantones, abanicos y adornos en el pelo y algunas joyas de poco valor.
La protagonista
luce una pulsera de plata cuyo modelo de eslabones grandes y colgantes se
conoce popularmente como “esclava”, que Bilbao convirtió en un recurso
metonímico para darle título al cuadro y, probablemente, inducir a un evidente
microrrelato, patente ya en su primera recepción crítica.
Algunos
detalles del lienzo, como las figuras en el fondo, donde se vislumbra a la
proxeneta con un gato y, solo en silueta, a un cliente de pie, o el niño que
juega inocentemente en primer plano, que fue cubierto por el artista después de
la exposición en Madrid y antes de su envío a Venecia y cuyo contorno es
todavía apreciable en la materialidad de la pintura, junto con un perro
faldero, convocan la complicidad de la mirada del público desde el escrúpulo
moral e interpelan a aspectos que son a la vez costumbristas y propios de la
intimidad prostibularia que, sin duda, tampoco pasaron desapercibidos.
Concentrado
plásticamente en destilar al máximo la naturaleza de esta escena, Bilbao la
ambientó en un espacio oscuro y para ello describió ante el único ingreso de
luz natural, la ventana del fondo, una tupida cortina que la trasluce, lo cual
sume naturalmente la composición en la oscuridad, resaltando la figura
protagonista con luz artificial. Realizada con una técnica jugosa pero muy
esmerada y animada por una gestualidad briosa en los acabados, se trata de una
pieza sustancial de su producción madura.
Bilbao comienza
con manchas gestuales a pincel utilizando colores más claros, para luego
matizarlos y ajustar las figuras con tonos oscuros y, después, unirlas mediante
contornos negros, sinuosos y rítmicos, modelando los rostros y señalando por
último las luces”. Las tres mujeres flotan sobre un suelo y un fondo no
distinguidos.
Un periódico
reproducía una conversación entre Sorolla y el rey Alfonso XIII ante el cuadro,
con motivo de la visita del segundo a la Exposición, en la que este quitaba
peso a las críticas moralizantes de la obra: "—¡Dramas de la miseria en todos
los países! —exclamó el Rey". Precisamente que la pintura interpelara a un
asunto que se debatía en público fue la clave para que se convirtiera en una de
las favoritas de los visitantes, tal y como recogieron muchos periódicos;
algunos insistieron particularmente en su cualidad moral de un modo
constructivo, es decir, la interpretaban como una denuncia, lo que justificaba
esa atracción popular. Por su elaboración no ganó la medalla de honor a la que
optaba, pero alcanzó estar en el debate político y social acerca de la
prostitución
Destaca el
detalle de cómo representa los rostros, desde el protagonismo de la primera
mujer derecha con marcados labios y mejillas, hasta la deshumanización de la
mujer central, que permanece en penumbra. Las dos mujeres adelantadas miran a
los ojos del espectador, haciéndole sentir como un cliente partícipe. (web oficial Museo del Prado).
Por Andrés Carranza Bencano
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