INFECCIONES-EPIDEMIAS-PROSTITUCIÓN-MISERIA
El ultimo recurso. Gonzalo Bilbao Martínez.
Se sitúa la
escena en una casa de empeños, como sórdido lugar a donde tenían que acudir las
personas más pobres, como último recurso para sobrevivir. Constituye este tema
una variante de la pintura de carácter social, que trataba de poner de relieve,
a través de una denuncia moral, las grandes diferencias que aquejaban a un
mundo plagado de contradicciones.
El Monte de
Piedad, de tradición anterior a las casas de empeños, alcanzó gran desarrollo
entonces. Esta institución estaba destinada a proporcionar un préstamo a los
desvalidos, sin aplicar unos intereses abusivos. De todos modos, la gran
angustia que generaba en las familias necesitadas la idea de renunciar o llegar
a perder lo poco que poseían para alimentarse constituyó un drama humano que
fue recreado literaria y plásticamente en distintas ocasiones.
Muchas veces,
la idea de llegar a reunir algo de valor que pudiese servir para conseguir
algunas monedas o la tensa espera hasta saber cuánto dinero se podía conseguir con
ello se convirtió en nudo argumental emotivo de pinturas y novelas.
Gonzalo Bilbao
había abordado el problema en un cuadro que alcanzó gran resonancia
internacional. Esta pintura hace una interpretación dura del asunto. Se trata
de la sala de espera de una casa de empeños, o de un monte de Piedad, a uno de
cuyos lados se sientan dos mujeres, una pobre anciana con un hatillo sobre las
piernas, y otra, más joven, a la izquierda, que parecen aguardar ante la puerta
junto a la que se agolpan algunas personas. Aunque los rostros, como todo el
cuadro, resultan menos definidos aquí, la expresión pensativa y cabizbaja de
ambas mujeres sirve para dirigir la atención sobre el drama humano.
Detalle de las dos mujeres sentadas
Detalle de las personas agolpadas en la puerta
El pintor
muestra, la miseria del lugar, que parece una prolongación de sus propias
almas; la opresión del encuadre, metáfora de la angustia que viven; la
desconexión de las figuras, prolongación de su propio aislamiento; y, sobre
todo, el vacío espacial producido por la generosa representación de la
superficie del suelo frente al arrinconamiento de las mujeres, que no son nada
en medio de la nada.
Por Andrés Carranza Bencano
No hay comentarios:
Publicar un comentario