TRAUMATOLOGÍA
El dos de mayo de 1808. La carga de los mamelucos. Francisco de Goya.
Las tropas francesas
de napoleón entraron en España el 27 de octubre de 1807 y llegaron a Madrid el
23 de marzo de 1808.
El rey Carlos IV
abdica a favor de Fernando VII y ambos parten hacia Bayona el 10 de abril,
donde Napoleón culmina la “farsa de Bayona” coronando a su hermano José
Napoleón, apodado Pepe Botella por su afición al buen vino.
El rey Fernando
había designado, en su ausencia, una Junta Suprema de Gobierno presidida por el
infante Antonio Pascual de Borbón, pero quien realmente controlaba Madrid eran
diez mil soldados franceses apoyados por otros 4.000 acampados en los
alrededores.
El 27 de abril el
general Murat exigió a la Junta Suprema de Gobierno la entrega de los dos
Infantes, hijos de Carlos IV y María Luisa, que quedaban fuera de la custodia
francesa, María Luisa y Francisco de Paula.
La mañana del 2 de
mayo, los madrileños, con armas improvisadas, intentaron detener la salida de
Palacio de estos infantes y su traslado a Burdeos.
Joaquín Murat, que estaba al mando de los franceses, ordenó al General Joseph Lagrange que sofocara la insubordinación, provocando la muerte de la multitud congregada en la zona del Palacio Real.
La noche del 3 de
mayo de 1808, a las cuatro de la madrugada, los franceses fusilaron a los
detenidos tras el alzamiento del día anterior.
En grupos, los condenados fueron enviados, para su inmediata ejecución,
a distintos lugares de Madrid, como el Paseo del Prado, la Puerta del Sol, la
Puerta de Alcalá, el portillo de Recoletos y la montaña del Príncipe Pío.
La oleada de protestas que se extendió por todo el país desembocó en la
Guerra de la Independencia, que se alargaría durante seis años.
Finalizada la Guerra
de la Independencia, por el tratado de Valençay, entre febrero y marzo de 1814,
el consejo de la Regencia, presidida por el infante Don Luis María de Borbón y
Villabriga, las Cortes y el Ayuntamiento de Madrid comenzaron la preparación de
los actos para la entrada del Rey, haciéndolo coincidir con la conmemoración del
alzamiento del pueblo de Madrid contra los franceses del 2 de mayo de 1808.
El 11 de mayo, dos
días antes de su entrada en Madrid, Fernando VII detuvo a los ministros del
gobierno de la Regencia, desterró a Toledo al Infante, abolió la Constitución e
instauró un régimen absolutista
Existen cuatro
momentos muy importantes en la insurrección del 2 de mayo de 1808.
El primero fue el
ataque del pueblo a las carrozas que se llevaban a los infantes hacia Burdeos.
El segundo fue los
enfrentamientos en la calle entre el pueblo y los franceses y la consiguiente
reacción violenta por parte del ejército francés (ver).
El tercer episodio
lo constituye la defensa heroica del parque de Artillería (ver) por parte de Daoiz (ver) y
Velarde.
Y finalmente, el
fusilamiento en la madrugada del 3 de mayo (ver).
Sobre estos hechos del 2 de mayo de 1808 Goya pintó dos cuadros, pero entre los expertos no hay acuerdo si son un encargo del Consejo de Regencia o si el trabajo fue propuesto por el propio Goya.
Por un lado, en un escrito de 24 de febrero de 1814, Goya exponía al Consejo de Regencia del Reino “sus ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirado de Europa”, y el Ministerio de la Gobernación aceptó dicha propuesta por “la grande importancia de tan loable empresa y la notoria capacidad del dicho profesor para desempeñarla”, y acordó costearla con cargo a la Tesorería Mayor.
Sin embargo, ni los
documentos ni los monumentos efímeros de las calles de Madrid recogen las
pinturas de Goya, que fueron instaladas directamente en el Palacio Real, por lo
que se puede intuir que fueron un encargo de la Regencia, continuado
posteriormente por Fernando VII.
Desde las
colecciones reales, los cuadros pasaron al Museo Nacional del Prado en 1834, pero no se expusieron hasta 1868.
Durante la Guerra
Civil, en un traslado a Valencia en camión, a la altura de Benicarló, sufrió un
impacto, con los consiguientes desgarros que fueron reparados provisionalmente
en el castillo de Peralada. En estudios
posteriores se descubrió que la obra tenía la inscripción “2 de mayo” en el
cielo, que fue eliminada con disolventes antes de 1890. Las restauraciones realizadas entre 2007 y
2008 han devuelto al cuadro su belleza original.
La carga de los
mamelucos representa la violencia de la lucha callejera del pueblo de Madrid y
las tropas de Murat en la mañana del dos de mayo.
Goya representa a
los cuatro cuerpos del ejército francés, los mamelucos junto a Dragones,
Marineros de Línea y Granaderos de la Guardia Imperial. Entre los españoles,
Goya no solo representa al pueblo madrileño sino a algunos elementos de otras
regiones.
Destaca la presencia
de los mamelucos, guerreros crueles, con turbantes y cimitarras, caballeros
legendarios que se labraron su reputación de grandes guerreros durante los
inicios del islam, como esclavos, y que llegaron a ser los señores de Egipto
durante siglos.
La composición se centra en el gran escorzo del mameluco muerto, pero sin estar totalmente descabalgado de su caballo blanco, mientras un español lo sigue apuñalándolo, y otro le clava una barra al caballo, haciéndole sangrar.
En el ángulo superior izquierdo destaca un español con atuendo valenciano, si atendemos a su calzón y fajín, que salta sobre el cuello de un mameluco.
En el suelo yacen muerto tanto soldados como paisanos.
Los caballos miran al espectador con sensación de pavor.
En el fondo de la composición
destacan imágenes arquitectónicas y son múltiples las interpretaciones sobre el
lugar en que Goya sitúa la escena, tales como la Puerta del Sol, la plaza de la
Cebada, la calle Mayor, la calle de Carretas con la Iglesia del Buen Suceso y
la Casa de Correos, la calle Nueva con el Palacio Real a la derecha y la cúpula
de san Francisco el Grande a la izquierda.
Los mamelucos eran originarios de los pueblos
turco-mongoles y circasianos y se asentaban en la actual Ucrania y el Cáucaso.
Su denominación procedía de la palabra árabe “mamluk” que significa “poseído”,
porque eran capturados y llevados a Egipto como esclavos.
Recibían una educación rigurosa, con estudio del Corán, la “Shaira”, equitación, lucha y lealtad a su amo.
Ilustración de un sultán mameluco de la dinastía Bahrit. |
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A partir del siglo IX, el califato “abasí” incorporó a
los mamelucos al conjunto de sus tropas y se convirtieron en el corazón del
ejercito de la dinastía “ayubi”, y en 1250 derrocaron a esta dinastía y tomaron
el poder en Egipto.
En el siglo XIV la dinastía mameluca entró en
decadencia por la hambruna y la peste negra, así como el atraso tecnológico en relación
con las armas de fuego, por lo que fueron derrotados por los otomanos en 1517.
Napoleón Bonaparte en la batalla de las Pirámides comprobó su capacidad guerrera por lo que creó un regimiento de caballeros mamelucos dentro de su Guardia Imperial.
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