EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA
Nuestro Padre Jesús de las Penas
La talla estuvo hasta el siglo XIX presidiendo las lecturas de
oraciones de los padres carmelitas descalzos, en una hornacina del patio del
convento Casa Grande del Carmen, situado en la calle Baños.
Con la invasión francesa el convento quedó clausurado en 1810 y
la imagen fue abandonada.
En 1845 se volvió a abrir el cenobio carmelitano y la talla pasó
a ocupar un lugar preferente en el altar del Santísimo.
En 1868 se cerró definitivamente el convento, por lo que la
imagen del Señor se trasladó en 1870 a la Iglesia de san Vicente, donde quedó igualmente
olvidada.
Posteriormente, Rafael Alba, religioso exclaustrado carmelita y
cura propio de la parroquia, admirador y devoto de la misma, la instaló en un altar a los pies de la nave de la
Epístola
En 1946 se dispuso en la capilla que perteneció a los Ponce de
León, situada en la cabecera del templo, en la nave de la Epístola, siendo restaurada bajo la supervisión del arquitecto José Granados.
Esta capilla fue construida en 1.584 y
ampliada en el siglo XIX, y en realidad, se trata de dos antiguas capillas
unidas, pudiéndose observar aún el arco toral que las separaba.
En un principio la imagen del Señor fue instalada en el testero
izquierdo de esta capilla, y tras la restauración de 2.001, se
ha situado delante del retablo, en un pedestal de mármol, pasando la Virgen de
los Dolores al muro de la Epístola de dicha capilla.
Así, no es una efigie procesional sino de retablo,
es una imagen decorativa, concebida para ser venerada en una
hornacina o retablo del templo o claustro conventual.
Representa a Cristo caído en tierra, o en el momento previo a la
caída total, de ahí que responda a un concepto esencialmente dinámico de
movimiento inestable. Según el Prof. Hernández Díaz, podría corresponder a la primera
o segunda caída del Redentor, porque está representado doliente, angustiado, pero
con la fortaleza, careciendo de Cireneo, para continuar el Calvario y es quizás la escultura que mejor representa
la caída de Cristo en tierra.
Iconográficamente se apoya de forma indirecta en los textos
evangélicos, tanto los sinópticos, como San Juan, que dicen que Jesús se dirigió
al Calvario para ser crucificado, pero las caídas propiamente dichas son
descritas en los llamados evangelios apócrifos.
Es
una obra anónima, del círculo de Pedro Roldán (hacia 1.700). Se trata de una talla completa en madera de cedro policromada, con una túnica tallada de tonalidad verde, con rico
estofado en el frente visible, y solo dibujado en el dorso, sobre el fondo grisáceo.
Al ser una talla completa, para poderla
vestir, con una túnica morada, en el siglo XVIII fue mutilada, haciendo
desaparecer los pliegues tallados del cuello, tórax y mangas de la vestidura y
seccionándole el brazo derecho. La hermandad tiene
dos túnicas de terciopelo moradas con bordados en oro para serle colocadas en
diversas ocasiones.
Mide 1,34 metros desde la cabeza al talón, su
mano derecha se apoya en el suelo.
La cabeza esta girada hacia el lado derecho,
coronada de espina al estilo mesino. La mirada es serena y expresiva, dulce y
angustiada a la vez, fija al frente. Los ojos cristalinos se encuentran en la
actualidad pintados. Sobre su cabeza lleva las tres Potencias de oro, símbolo
de su Divinidad, labradas por Jesús Domínguez.
Se dispone abrazando a la Cruz con la mano izquierda.
Solamente se aprecia el pie derecho al tener
atrasada esta pierna, el izquierdo no se pormenoriza por caer bajo la túnica.
Hay
tres Cruces de carey en la Semana Santa sevillana: la del silencio, la de la O
y la de las penas de San Vicente.
La
de san Vicente se diferencia de las demás porque los apliques de plata, que
forma un dibujo romboidal, no están superpuestos sobre el carey, sino encastrados en él, empleando una técnica que actualmente se
desconoce.
La cruz fue creada para la hermandad de Jesús
Nazareno de Écija, encargada por su hermano mayor Manuel de Villavicencio
Castrillo. Se encomendó en 1734 a Juan Francisco de Pareja, maestro ebanista de
Andújar. En 1967, la hermandad astigitana la vendió a la Hermandad de las Penas
de San Vicente.
Sobre la composición, Bernales Ballesteros apunta una posible inspiración en un
grabado veneciano, dada la figuración doliente de Jesús caído con tres puntos
de apoyo y la posición frontal. Puede estar inspirado, también, en el famoso cuadro de Rafael Sanzio titulado El Pasmo de Sicilia.
Fue
restaurado por Rafael Barbero Medina en 1980. Resanó ensambles, repuso espinas
perdidas, encarnó la nariz y limpió la frente y pabellones auditivos.
Autor: Andrés Carranza Bencano
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