sábado, 4 de enero de 2025

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Niños jugando a los dados. Bartolomé Esteban Murillo.

Murillo vive en Sevilla, en una ciudad que era prácticamente la capital del mundo del momento. Por donde circulaba todo el oro y las riquezas procedentes de las Indias, el lugar donde todo el mundo quería ir para tener un futuro más provechoso, pero junto a la gran riqueza se aprecia la gran pobreza por las aspiraciones incumplidas,

Murillo se dedica a sacar lo cotidiano, pero con una belleza que se refleja sobre todo en la infancia. Niños que pese a no tener donde vivir o qué comer, los muestra con total dignidad, con la alegría que sólo la ignorancia de la infancia es capaz de mostrar.

En esta obra aparecen tres niños, dos jugando a los dados, uno comiendo fruta y mirando al espectador y un perrito mirando a este último niño.

Se trata seguramente de vendedores de fruta y de agua, como muestra el jarrón y la cesta de frutas de la esquina izquierda de la composición. Los niños, para ganarse la vida, solían actuar de aguadores, recogiendo el agua de fuentes y ofreciéndola por toda la ciudad. 

Detalle del jarrón y el cesto de frutas


Dos de ellos juegan a los dados en posturas encontradas, seguramente estén jugándose el reparto de las ganancias del día. 


Detalle de los jugadores de dados


El que come fruta mira al espectador, como si Murillo se hubiera colado de por medio en esta escena y captara la atención del chiquillo. 


Detalle del que come fruta


La escena siempre dulcificada y buscando lo cotidiano, el perro mira con entusiasmo al niño deseando que caiga algo de la fruta que está comiendo.


Detalle del perro

Los niños muestran actitudes desenfadadas y llenas de vida, ajenas a los problemas de una existencia que, en aquellos momentos, era realmente difícil. Los niños, con astucia y habilidad, procuran sus alimentos, necesarios para sobrevivir, a la vez que ocupan su tiempo en divertirse.

Vuelven a aparecer los pies, con unas alpargatas totalmente deshechas y asomando los pies del menor, signos de su inmensa pobreza.

Detalle de las alpargatas rotas

Por Andrés Carranza Bencano

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