EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA
Crucificados menores. Museo del Hospital del Pozo Santo.
Cristo
crucificado tallado en marfil
El Hospital del Pozo Santo de Sevilla (ver) alberga en su museo una escultura de Cristo crucificado tallada en marfil,
considerada una obra hispano-filipina del primer cuarto del siglo XVII.
Esta pieza es un ejemplo de la eboraria (arte de
tallar marfil) desarrollada en las Filipinas durante el periodo colonial
español, y representa un testimonio valioso de la producción artística
hispano-filipina, y de la devoción religiosa de la época, reflejando la
influencia y el intercambio cultural entre España y sus colonias en el sudeste
asiático.
La imagen está tallada en marfil, presenta una altura
de 57 cm, con una envergadura de 49 cm de mano a mano y la cruz tiene una altura de 1,21 metros.
Se trata de un Cristo muerto, fijo mediante tres clavos a una cruz arbórea de madera pintada
de negro, cuyos remates o
casquillos y cartela con el
“INRI” son de metal sobredorado.
La obra
presenta detalles naturalistas en la configuración anatómica, especialmente visibles en el delicado tratamiento de las manos y pies, e incluso en los vasos sanguíneos que recorren los brazos.
La policromía se ha reservado para zonas concretas
como la cabellera, barba, corona de espinas y regueros de sangre; por lo demás, el color natural del marfil, recorrido por finísimas
vetas y suavemente patinado por el devenir del tiempo, le brinda al cuerpo
desnudo su tono macilento.
El cuerpo está muy estilizado y adaptado a la curvatura
natural del colmillo de elefante, utilizado como soporte escultórico, lo que viene a condicionar la disposición de los brazos
sobre el travesaño
horizontal del madero.
Detalle
del cuerpo
La cabeza esta inclinada hacia la derecha, y está coronada
por una gruesa y trenzada corona de espinas.
Detalle
de la extremidad superior del cuerpo
En el rostro destacan los párpados caídos, la incurvación del rabillo del ojo de raíz oriental, la nariz alargada y los labios
cerrados, todo lo cual
le confiere una serena expresividad.
El cabello se dispone en mechones que caen sobre el pecho
y la espalda, dejando al descubierto la oreja izquierda.
Detalle
del rostro
El paño de pureza, presenta un minucioso plegado y se abre a la
derecha dejando al descubierto parte de ese costado.
Detalle
del paño de pureza
La pierna derecha
se desplaza lateralmente, provocando que su rodilla converja hacia la izquierda, del mismo modo que el pie derecho se clava y monta
sobre el siniestro.
Detalle
de los pies
Según la documentación existente en el archivo de la “Congregación”,
el primer propietario conocido de esta escultura fue el agustino Fray Bernabé
de la Cruz, que, durante
18 años, a comienzos del siglo
XVII, había permanecido en la Curia romana, en calidad de Procurador de su
Provincia.
Durante su estancia en Roma, Fray Bernabé llevó la
imagen a diversas basílicas y lugares sagrados, tocándola con reliquias
significativas de la cristiandad, con la intención de potenciar sus cualidades
espirituales.
Además, obtuvo del Papa Paulo V indulgencias para
quienes veneraran esta imagen, incluyendo indulgencia plenaria para aquellos
que la tuvieran consigo en el momento de la muerte.
Se desconoce quiénes pudieron ser los
siguientes poseedores del Cristo, hasta que fue donado al Hospital del Pozo Santo por el hermano de Sor María del Carmen
Domínguez de Santa Teresa, religiosa de esta institución en el siglo XVIII,
Desde entonces, la imagen ha formado parte del patrimonio del hospital y durante mucho tiempo, ha presidido la sacristía de la iglesia, hasta que se integró en los fondos del Museo del Hospital, en el año 2001.
Por Andrés Carranza Bencano
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