EL PIE Y LA PIEDAD EN SEVILLA
Piedad. Hermandad de los Servitas.
Vista general del Retablo Mayor
La calle central del Altar Mayor de la Capilla de los
Servitas (ver) está presidido por un amplio camarín, cuyo interior
está decorado con espejos, donde se aloja el grupo escultórico de la Sexta Angustia de la Virgen María (ver), formado por la Virgen de los
Dolores, y el Cristo
muerto, Jesús
de la Providencia.
Se
representa la “Sexta angustia de la Virgen María”: el sobrecogedor instante en
que el cuerpo inerte de Cristo, descendido de la cruz, reposa en su regazo. La
Santísima Virgen muestra el cuerpo martirizado de su Hijo con serena dignidad,
invitando a la compasión y al recogimiento. Permanece inmóvil, como un bloque
de dolor, sosteniendo eternamente la muerte del Redentor.
Esta
escena no aparece en los Evangelios, pero la tradición popular religiosa ha
visto en ella reflejada la verdadera dimensión de dolor ante la muerte de
Jesús.
Dolor
que parece anticipar Simeón cuando José y María llevan al niño al templo. Simeón dijo a María: “Mira, este niño está destinado a hacer que
muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de
contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos
corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el
alma”.
Así, este
misterio, venerado por la Orden de los Siervos de María, constituye una
enseñanza continua sobre la Providencia divina. La muerte de Cristo no es un
hecho aislado, sino la afirmación del plan eterno de Dios sobre la historia y
la humanidad. Frente a las concepciones paganas del destino, al deísmo
racionalista o al materialismo moderno, la fe cristiana proclama que Dios guía
y sostiene amorosamente a todas sus criaturas.
La ejecución
del grupo escultórico de Servitas se sitúa posiblemente en la década de los 40
del siglo XVIII. Desde las aportaciones en el siglo XIX por el historiador Ceán
Bermúdez, se tienen noticias de que el grupo escultórico fue realizado por el
escultor barroco sevillano José Montes de Oca (ver) y, aunque no se ha encontrado aún ningún documento que
ratifique esta atribución, por los rasgos estilísticos se considera como de
segura atribución a este autor.
José Montes de
Oca, que también usó el apellido León, fue “el último escultor de mérito que
hubo en Sevilla” en opinión de Ceán, y es considerado por la crítica
especializada como uno de los grandes artistas de la madera en el siglo XVIII,
junto con Pedro Duque Cornejo (ver) y Cristóbal Ramos (ver). No obstante, sus formas se basan muy directamente en
las soluciones estéticas de los maestros de principios del siglo XVII,
especialmente Juan Martínez Montañés (ver).
Como señala Villar Movellán, es posible que la imagen se inspire en el conmovedor grupo escultórico de la Virgen de las Angustias de Córdoba, obra de Juan de Mesa (ver).
No obstante, también cabe suponer la influencia de la imagen titular
primitiva, una pieza de pequeño formato con acento galicista, fechada en el
primer cuarto del siglo XVI (ver).
El atuendo
característico de esta advocación mariana consiste en saya y manto de color
negro. Esta indumentaria se remonta al luto que vestía la condesa viuda de
Ureña, camarera mayor de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II. La
reina ordenó esculpir una imagen de la Virgen vestida de tal forma al artista
Gaspar Becerra, que fue venerada en una capilla de la Iglesia Conventual del
Buen Suceso o Servitas, en Madrid. En ese mismo lugar, en 1567, se fundó una
cofradía que contribuyó decisivamente a la difusión de esta iconografía.
Piedad
Detalle de la Virgen
Detalle del rostro de la Virgen
Detalle de Cristo muerto
Detalle del rostro de Jesús
Detalle de la mano derecha
Detalle de los pies
Se introdujo la costumbre de colocar sobre el pecho de María un corazón atravesado por una o siete espadas, clara alusión a los siete dolores.
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