lunes, 30 de diciembre de 2024

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Adoración de los Magos. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.



Son numerosas las obras de arte en relación con los Reyes Mayos, de las que destacamos la de Rubens (ver) y de Cornelis de Vos (ver) junto a la que presentamos de Velázquez.

No se tiene noticia cierta de la procedencia de este cuadro pintado por Velázquez cuando tenía 20 años de edad, en 1619, aunque la fecha se sitúa en una piedra al pie de la Virgen y Beruete leyó 1617. 

Ainaud sugirió que podría haberse pintado para el noviciado jesuita de San Luis de los franceses de Sevilla y así ha sido aceptado por buena parte de la crítica, alegando que el espino que aparece en el ángulo inferior derecho, alusivo a la Pasión de Cristo, podría hacer referencia a la reliquia de la corona de espinas que poseía el santo rey de Francia.

Pacheco (ver), suegro de Velázquez (ver), se mostró siempre cercano a los jesuitas y mantuvo estrecha amistad con algunos padres de esta orden, que se caracterizaba, además, por el gusto en la utilización de referencias tangibles, contemporáneas y reales con objeto de actualizar la historia religiosa, y promovieron formas de devoción que facilitaban al fiel la representación de los misterios sagrados.

Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 el cuadro habría pasado a propiedad de Francisco Bruna, en cuyo poder lo vio el viajero inglés Richar Twiss, y en 1819 se incorporó al Museo del Prado, procedente de la colección real.

Se ha pensado que el lienzo podría haber sido recortado por tres de sus lados, a la vista de una litografía de Cayetano de Palmaroli de 1832 que presenta una composición más ancha y, a juicio de Enriqueta Harris y Jonathan Brown, más satisfactoria.

Sin embargo, no existen indicios que permitan afirmar que el cuadro haya sido recortado tras su ingreso en el Museo y el estudio técnico efectuado por Carmen Garrido descarta que haya tenido otras dimensiones que las actuales, aunque el paisaje, de todos modos, poco visible, podría haber sido originalmente algo más amplio.

Con los tres magos, la Virgen y el Niño, Velázquez pinta a San José y a un paje, con los que llena prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo superior izquierdo.

La zarza al pie de María alude al contenido de su meditación, expresada en el rostro reconcentrado y sereno y podría hacer referencia, como hemos comentado, a la reliquia de la corona de espinas que poseía el santo rey de Francia. 

Detalle de la zarza

En los personajes representados se han buscado retratos de miembros de la familia del propio pintor, relacionando un autorretrato de Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca. 

Detalle del rey Melchor

Conforme a esas interpretaciones, la Virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco, con la que se había casado un año antes. 

Detalle de la Virgen

El Niño Jesús sería la propia hija mayor del pintor. 


Detalle del Niño Jesús

Y este, o su hermano Juan, daría rostro a Gaspar.

Detalle de Gaspar

Tales identificaciones, sin embargo, en opinión de Juliana Gállego y otros críticos, no están probadas.

Para esta sección del Blog, donde buscamos el simbolismo del pie en la pintura, este cuadro nos muestra la ausencia total de pies e incluso en el caso del Niño Jesús, que nos presenta su cuerpo sin piernas, embutido en pañales conforme a las indicaciones iconográficas de Pacheco.

Detalle del Niño Jesús embutido en pañales

En la obra de Cornelio de Vos (ver) analizamos el concepto de los Reyes Magos, en la de Rubens (ver) la posible edad de Jesús cuando fue visitado por los magos de oriente, y en esta obra estudiamos la presencia de la "Estrella de Belén".

El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (sin especificar los nombres, el número, ni el título de reyes), que, tras seguir a una ESTRELLA, buscaban al “rey de los judíos” que ha nacido en Jerusalén.

La Biblia describe cómo estos tres Reyes Magos vieron la nueva estrella como señal del nacimiento del Rey de los judíos, por lo que se pusieron en camino hacia Jerusalén para adorarlo.

Durante siglos, los astrónomos han buscado en los registros históricos evidencias que pudieran explicar la aparición de esta Estrella de Belén. Los investigadores han estado discutiendo las posibles causas desde al menos el siglo XIII.

Tal vez haya sido un meteorito, una supernova, un cometa, una llamarada solar o una alineación o conjunción de planetas. O, alternativamente, tal vez nunca haya ocurrido. 

La verdad es que la ciencia probablemente nunca sabrá la verdad.

Algunas cosas son fáciles de descartar. Por ejemplo, la Estrella de Belén no pudo haber sido un meteorito (un trozo de roca espacial que arde con fuerza en la atmósfera terrestre) que habría aparecido y desaparecido en un instante. Es imposible que los tres Reyes Magos hayan seguido el rastro de un meteorito durante semanas.

También es poco probable que una supernova (la muerte explosiva de una estrella que aumenta drásticamente su brillo durante días, semanas o meses) pueda explicar la Estrella de Belén.

Las supernovas, o “estrellas invitadas”, han sido observadas y registradas constantemente desde hace miles de años. Por lo tanto, si hubiera ocurrido una, es probable que otras culturas hubieran tomado nota. Los telescopios no han encontrado ninguna evidencia de un resto de supernova que coincida con el momento de la Estrella de Belén. De hecho, la única supernova que fue visible desde la Tierra en la época del nacimiento de Cristo ocurrió en el año 185 d. C. y fue registrada por astrónomos chinos.

Remanente de la supernova de Kepler.CC BY 3.0

En el pasado, algunos astrónomos interesados ​​también han sugerido que la Estrella de Belén era un cometa que pasaba cerca de la Tierra. Estos cuerpos helados del lejano sistema solar suelen brillar con bastante intensidad cuando se aventuran hacia el interior del sistema solar y son calentados por el Sol. También se sabe que a veces permanecen visibles en el cielo durante semanas o meses seguidos. Y, al igual que las supernovas, también tenemos registros históricos de otras culturas sobre los cometas.

Imagen tomada por el Telescopio espacial Hubble del cometa C/2012 S1 (ISON).  (CC BY 3.0)

La idea de que una conjunción entre planetas brillantes podría explicar la Estrella de Belén no es nueva. Una nota en los Anales de la Abadía de Worcester del año 1285 d. C. señala una alineación de Júpiter y Saturno que ocurrió en el momento del nacimiento de Jesús. Y el propio Johannes Kepler mencionó la idea en el siglo XVII.

Júpiter y Saturno se unieron en una “Gran Conjunción” en 2020 que no se había visto en casi 800 años. Los dos planetas aparecieron tan cerca uno del otro en el cielo nocturno de la Tierra durante el solsticio de invierno que parecían casi un solo objeto. Eso llevó a algunos a bautizar la visión como una “Estrella de Navidad”, y a otros a preguntarse si un evento similar coincidiría con la Estrella de Belén en la primera Navidad bíblica. Pero, los pueblos antiguos conocían bien sus planetas, por lo que sería extraño llamar “estrella” a una conjunción de varios planetas.

Conjunción Júpiter Saturno. 12.19 a.m. 22 de diciembre de 2020. Desde Puerto Rico. (CC BY 3.0)

Al final, la verdad es que ninguno de estos acontecimientos coincide a la perfección con la descripción de cómo sucedieron en el Libro de Mateo, con lo que probablemente nunca sepamos qué inspiró realmente la historia bíblica de la Estrella de Belén.

Cada uno tenemos libertad para pensar y decidir por nosotros mismos qué puede significar para nosotros y todos esperamos que traiga buenas noticias de paz, alegría y amor. 

Por Andrés Carranza Bencano

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