SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Adoración de los Magos. Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.
Son numerosas
las obras de arte en relación con los Reyes Mayos, de las que destacamos la de
Rubens (ver) y de Cornelis de Vos (ver) junto a la que presentamos de Velázquez.
No se tiene noticia cierta de
la procedencia de este cuadro pintado por Velázquez cuando tenía 20 años de
edad, en 1619, aunque la fecha se sitúa en una piedra al pie de la Virgen y Beruete leyó 1617.
Ainaud sugirió que podría haberse pintado para el noviciado jesuita de
San Luis de los franceses de Sevilla y así ha sido aceptado por buena
parte de la crítica, alegando que el espino que aparece en el ángulo inferior
derecho, alusivo a la Pasión de Cristo, podría hacer referencia a la reliquia de
la corona de espinas que poseía el santo rey de Francia.
Pacheco (ver),
suegro de Velázquez (ver), se mostró siempre cercano a los jesuitas y mantuvo
estrecha amistad con algunos padres de esta orden, que se caracterizaba,
además, por el gusto en la utilización de referencias tangibles, contemporáneas
y reales con objeto de actualizar la historia religiosa, y promovieron formas
de devoción que facilitaban al fiel la representación de los misterios
sagrados.
Tras la expulsión de los
jesuitas en 1767 el cuadro habría pasado a propiedad de Francisco Bruna,
en cuyo poder lo vio el viajero inglés Richar Twiss, y en 1819 se incorporó
al Museo del Prado, procedente de la colección real.
Se ha pensado que el lienzo
podría haber sido recortado por tres de sus lados, a la vista de una litografía
de Cayetano de Palmaroli de 1832 que presenta una composición más ancha y,
a juicio de Enriqueta Harris y Jonathan Brown, más satisfactoria.
Sin embargo, no existen
indicios que permitan afirmar que el cuadro haya sido recortado tras su ingreso
en el Museo y el estudio técnico efectuado por Carmen Garrido descarta que haya
tenido otras dimensiones que las actuales, aunque el paisaje, de todos modos,
poco visible, podría haber sido originalmente algo más amplio.
Con los tres magos, la Virgen y
el Niño, Velázquez pinta a San José y a un paje, con los que llena
prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una pequeña abertura a
un paisaje crepuscular en el ángulo superior izquierdo.
La zarza al pie de María alude
al contenido de su meditación, expresada en el rostro reconcentrado y sereno y podría
hacer referencia, como hemos comentado, a la reliquia de la corona de
espinas que poseía el santo rey de Francia.
Detalle de la zarza
En los
personajes representados se han buscado retratos de miembros de la familia del propio pintor,
relacionando un autorretrato de Francisco Pacheco, maestro y suegro de
Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca.
Detalle del rey Melchor
Conforme
a esas interpretaciones, la Virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco,
con la que se había casado un año antes.
Detalle de Gaspar
Tales identificaciones,
sin embargo, en opinión de Juliana Gállego y otros críticos, no están
probadas.
Para
esta sección del Blog, donde buscamos el simbolismo del pie en la pintura, este
cuadro nos muestra la ausencia total de pies e incluso en el caso del Niño
Jesús, que nos presenta su cuerpo sin piernas, embutido en pañales conforme a las indicaciones
iconográficas de Pacheco.
Detalle del Niño Jesús embutido en pañales
En la
obra de Cornelio de Vos (ver) analizamos el concepto de los Reyes Magos, en la de Rubens (ver) la posible edad de Jesús cuando fue visitado por los magos de oriente, y
en esta obra estudiamos la presencia de la "Estrella de Belén".
El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona
a unos magos (sin especificar los nombres, el número, ni el título de reyes),
que, tras seguir a una ESTRELLA, buscaban al “rey de los judíos” que ha nacido
en Jerusalén.
La Biblia
describe cómo estos tres Reyes Magos vieron la nueva estrella como señal del
nacimiento del Rey de los judíos, por lo que se pusieron en camino hacia
Jerusalén para adorarlo.
Durante
siglos, los astrónomos han buscado en los registros históricos evidencias que
pudieran explicar la aparición de esta Estrella de Belén. Los investigadores
han estado discutiendo las posibles causas desde al menos el siglo XIII.
Tal vez haya sido un meteorito, una supernova, un cometa, una llamarada solar o una alineación o conjunción de planetas. O, alternativamente, tal vez nunca haya ocurrido.
La verdad es que la ciencia probablemente nunca sabrá la verdad.
Algunas
cosas son fáciles de descartar. Por ejemplo, la Estrella de Belén no pudo haber
sido un meteorito (un trozo de roca espacial que arde con fuerza en la
atmósfera terrestre) que habría aparecido y desaparecido en un instante. Es
imposible que los tres Reyes Magos hayan seguido el rastro de un meteorito durante semanas.
También
es poco probable que una supernova (la muerte explosiva de una estrella que
aumenta drásticamente su brillo durante días, semanas o meses) pueda explicar
la Estrella de Belén.
Las
supernovas, o “estrellas invitadas”, han sido observadas y registradas
constantemente desde hace miles de años. Por lo tanto, si hubiera ocurrido una,
es probable que otras culturas hubieran tomado nota. Los telescopios no han
encontrado ninguna evidencia de un resto de supernova que coincida con el
momento de la Estrella de Belén. De hecho, la única supernova que fue visible
desde la Tierra en la época del nacimiento de Cristo ocurrió en el año 185
d. C. y fue registrada por astrónomos chinos.
Remanente de la supernova de Kepler.CC BY 3.0
En el pasado, algunos
astrónomos interesados también han sugerido que la Estrella de Belén era un
cometa que pasaba cerca de la Tierra. Estos cuerpos helados del lejano sistema
solar suelen brillar con bastante intensidad cuando se aventuran hacia el
interior del sistema solar y son calentados por el Sol. También se sabe que a
veces permanecen visibles en el cielo durante semanas o meses seguidos. Y,
al igual que las supernovas, también tenemos registros históricos de otras
culturas sobre los cometas.
Imagen tomada por el Telescopio espacial Hubble del
cometa C/2012 S1 (ISON). (CC BY 3.0)
La idea de que una conjunción
entre planetas brillantes podría explicar la Estrella de Belén no es nueva. Una
nota en los Anales de la Abadía de Worcester del año 1285 d. C. señala una
alineación de Júpiter y Saturno que ocurrió en el momento del nacimiento de
Jesús. Y el propio Johannes Kepler mencionó la idea en el siglo XVII.
Júpiter y Saturno se unieron en
una “Gran Conjunción” en 2020 que no se había visto en casi 800 años. Los dos
planetas aparecieron tan cerca uno del otro en el cielo nocturno de la Tierra
durante el solsticio de invierno que parecían casi un solo objeto. Eso llevó a
algunos a bautizar la visión como una “Estrella de Navidad”, y a otros a
preguntarse si un evento similar coincidiría con la Estrella de Belén en la
primera Navidad bíblica. Pero, los pueblos antiguos conocían bien sus planetas,
por lo que sería extraño llamar “estrella” a una conjunción de varios planetas.
Conjunción Júpiter Saturno. 12.19 a.m. 22 de diciembre de
2020. Desde Puerto Rico. (CC BY 3.0)
Al final, la verdad es que ninguno
de estos acontecimientos coincide a la perfección con la descripción de cómo
sucedieron en el Libro de Mateo, con lo que probablemente nunca sepamos qué
inspiró realmente la historia bíblica de la Estrella de Belén.
Cada uno tenemos libertad para
pensar y decidir por nosotros mismos qué puede significar para nosotros y todos
esperamos que traiga buenas noticias de paz, alegría y amor.
Por Andrés Carranza Bencano
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